Cine berreta
Dirección: Lee Daniels
Guión: Mark Strong
Fotografía: Andrew Dunn
Montaje: Brian A. Kates, Joe Klotz
Música: Rodrigo Leao
Intérpretes: Forest Whitaker, Oprah Winfrey, David Oyelowo, John Cusack, Cuba Gooding, Jr.
Nacionalidad y año: EE.UU., 2013 Duración: 134'
Contar la historia personal del
mayordomo de la Casa Blanca durante seis administraciones, y que atraviesa
varias décadas de sucesos determinantes, para narrar la ¿evolución? de un país,
golpeado y dividido- realmente – por la segregación y el odio racial, puede
generar expectativas e interés. Claro está, una buena premisa no hace una buena
película por default, por eso es necesario entrar en el terreno del “como”. El “como” es el factor que marca diferencia,
entre un director y otro que hace uso y abuso de la tilinguería, en este
casillero se encuentra Lee Daniels.
El berretismo de El mayordomo tiene su lógica porque
quiere impactar y aleccionar con argumentos de madera a balsa, sin tacto, sin
la pericia para narrar ni para construir climas dramáticos, en una palabra: busca
avanzar a los tumbos. El tercer plano de la película –después de un par que nos
presentan al protagonista- ya nos sitúa por la fuerza en la época del Sur
profundo, allá por la década de 1920: dos hombres aparecen colgados en un
tamaño corto y levemente contrapicado, que remarca la dureza de semejante
quiebre, por si hacía falta arrugar más la nariz al ver tal golpe bajo. Luego
la cámara vuelve con el pobre Cecil Gaines (Forest Whitaker) en versión anciano,
sentado en la Casa Blanca a la espera de vaya a saber qué. Para no descuidar a
un espectador desprevenido, Daniels insiste con la muerte gratuita y bien de
frente: violan a la madre y matan al padre del niño Cecil. Irónicamente estos
hechos representan el comienzo de su camino “triunfal”, desarrolla una carrera
como sirviente al convertirse en un “house nigger” para la ama de casa de buen corazón, inmediatamente luego de
perder a sus padres a mano del hombre blanco (el hijo de la señora), dueño del
campo de algodón en el que todos trabajaban.
El derrotero de este hombre, que
llega al punto álgido de trabajar como mayordomo de seis administraciones
presidenciales, tiene un correlato en el progreso de los derechos civiles de
los afroamericanos. Esta progresión paralela es una suerte de Wikipedia
audiovisual, que precisa remarcar con una fibra bien gruesa los hechos
fundamentales, acompañados de una banda de sonido similar al del programa de
Virigina Lago y de diálogos que figuraran, probablemente, en los clips durante
la ceremonia de los Oscar. No se puede decir que Daniels no tuvo a su alcance
una constelación de estrellas, su berretismo convierte en caricaturas a las
composiciones de John Cusack , que interpreta a un Nixon malo y atemorizante,
ya como vicepresidente, el casi cameo de Robin Wililams como un viejísimo
Eisenhower. Hay peores, los casos de Lyndon Johnson (Liev Schreiber) y JFK (James Mardsen). El primero tiene un
puñado de escenas; en todas ladra
órdenes, el cierre de esta etapa es de lujo: vemos al pobre Cecil alcanzándole
un jugo de ciruelas mientras defeca. JFK luce alterado por las revueltas en el
Sur, claro no nos perdemos el lloriqueo de Cecil en un rincón cuando se entera
de su asesinato. El mayordomo es el cénit del cine berreta de Hollywood, lo peor es
que películas de esta calaña reciben un apoyo incondicional por parte de la
crítica, productores y actores, por lo tanto en el futuro probablemente
suframos más ejemplos como este.
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