Elogio del plano detalle
por José Tripodero
por José Tripodero
Dirección: Wong Kar Wai
Guión: Wong Kar Wai, Hafoeng Xu, Jingzhi Zou
Fotografía: Phillip Le Sourd
Montaje: William Chang
Música: Nathaniel Mechaly, Shigeru Umebayashi
Intérpretes: Tony Leung Chiu Wai, Ziyi Zhang, Qinxiang Wang, Woo-ping Yuen, Cung Le
Nacionalidad y año: China, 2013 Duración: 123'
Que la nueva película de Wong Kar
Wai se venda localmente como “inspirada en la historia real del maestro de
Bruce Lee” indica que es crucial la inclusión de algún atractivo popular, en
los dispositivos mediáticos, para que una película asiática tenga algún espacio
en la cartelera comercial de hoy en día. Este elemento, con el que se pretende
atraer al público adepto al cine de arte d s marciales, no sólo tiene lugar en
la película sino que no hay mención alguna al mítico actor de Operación dragón. La realidad es que El arte de la guerra (otro horroroso
título local) es primero un film de Wong Kar Wai antes que una biopic sobre Ip
Man o “una de kung fu”.
Sin ser barroca temáticamente, The Grandmaster (su título internacional) podría ser muchas películas: una biografía, una de artes marciales (como ya se sugirió para ambos casos), un drama histórico, una de amor tormentoso. A pesar de ello, el director hongkonés nunca se desvía de su centro narrativo; el derrotero de un hombre, que es atravesado por la coyuntura de un imperio que llega su fin, en el prólogo histórico del maoísmo y, como si fuera poco, con la carga pesada de ser maestro de wing chun y representar a las escuela del Norte en su lucha contra Gong Er, la representante de las escuelas del Sur y única heredera de la técnica de las sesenta y cuatro manos. Entre ellos hay un amor silente, imposible siquiera de ser mencionado, que además, es cortado por el relato en una gran elipsis que zanja sus caminos.
Más allá del derrotero de este
héroe, que el director maneja con un pulso narrativo inquebrantable, hay un
preciosismo por el detalle que subyuga, aunque ya se trate de un motivo propio
de su estilo autoral. En las batallas bajo la lluvia, al costado de un tren en
marcha bajo la nieve o en un opulento burdel, aflora la proeza técnica y el
criterio por el uso del plano detalle. En este tamaño de plano se ven puños que
impactan sobre rostros, pies y manos que giran en clave danzarina, rellenos de
abrigos que vuelan por el aire luego de ser atravesados por una espada, tabaco
dentro de un cigarrillo prendiéndose fuego, pedazos de pan que caen sobre el
suelo y sí, rostros entristecidos por el mutismo obligado de las emociones que -a
diferencia de los detalles embellecidos formalmente- no pueden salir a la luz o
peor aún, llegan tarde, cuando ya no hay retroceso posible.
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