A propósito del estreno
de Antes de la medianoche
por José Tripodero
El estreno muy esperado,
tanto por fanáticos (público y crítica), de Antes
de la medianoche generó una inusitada
puesta en común sobre la reflexión de un film, no sólo en el puntaje favorable
sino también en algunas recurrencias personales volcadas en los textos, que ofician de excusa para pensar el estado
actual de la crítica de cine.
Datos objetivos
De un total de 42 críticas registradas en el sitio de
Internet, Todas las criticas[1],
38 se muestran favorables a Antes de la
medianoche, estreno de la tercera parte de la saga dirigida por Richard
Linklater y protagonizada por Ethan Hawke y Julie Delpy. De esas 38 críticas
favorables, 18 tienen un puntaje de 100% (equivalente a un 10/10) y las
críticas negativas todas coinciden en el mismo número: 50%. En la página IMDB[2] la
película cuenta con una calificación de 8.1/10, correspondiente al promedió de
votos de los usuarios registrados en el sitio.
Estos datos estadísticos marcan objetivamente la aceptación del público,
especialista y/o seguidores de la trilogía. Que sea una tercera parte lleva el
pensamiento hacia la idea de una aceptación para nada sorpresiva, ya que los
recursos y las estrategias se mantienen inalterables desde la primera película,
estrenada allá por el año 1995. En Antes
del amanecer, dos personajes (un joven estadounidense y una joven francesa)
se conocen azarosamente en Viena y durante todo un día entablan largas charlas
sobre diferentes temas: el amor, el sexo, la política, las artes, etc. Los
largos diálogos y la lenta progresión dramática hicieron de esa primera parte
una marca indeleble que pedía más, especialmente por el final propuesto; la
promesa de un reencuentro. Para la
segunda parte (Antes del atardecer) el
crecimiento de los personajes generaba la mayor atención contra la repetición
de largos parlamentos y algunos ligeros cambios en la estética visual.
Analicemos la parte de la crítica que se alía con la parte
del público, en el fervor y la fiebre por Antes
de la medianoche. La primera de las recurrencias es el correlato personal
del redactor, por ejemplo Tomás Luzzani en el sitio digital A sala llena escribió en su crítica lo
siguiente: “Tuve la buena fortuna de
haber visto ambas (los dos primeros films) con días de diferencia en un momento
clave de mi vida. Estaba atravesando ese momento de cuestionamientos
existenciales que tiene todo adolescente. La conexión e identificación que
sentí con los personajes fue única”[3]. Esta última oración
borra la frontera entre el crítico y el espectador, porque no hay tal
diferencia entre uno y otro. La primera
persona no es la que marca el quiebre sino la exposición de un hecho personal, más
pertinente para una crónica. Otro texto, en este caso el de Federico Cobreros
de la visualmente sofisticada página web Alta peli quien
tampoco dudó en incluir un relato propio: “Personalmente el impacto que esto tiene es
profundo, cuando por primera vez vi a a Jesse y Celine eran apenas mas grandes
que yo, por lo que el transcurrir de estos
18 años, ha tenido un impacto realmente intenso dentro mío”[4]. De la
misma manera que estos dos críticos otros también han empleado la nostalgia, el
recuerdo y las experiencias vívidas para acomodarlas dentro de un texto
reflexivo sobre una obra cinematográfica. Los moldes y las estructuras de la
prensa gráfica obturaron que otros colegas acudieran a los mismos patrones,
similares a los de un diario íntimo. La utilización del “yo” tácito o de una
excesiva adjetivación es ya corriente en la crítica escrita, impensado hace diez
o quince años atrás.
Una herencia mal llevada
La ahora publicación
especializada digital El amante
(otrora en papel) que se jacta a través de sus militantes y sus dispositivos
como “la revista que cambió la historia de la crítica en Argentina”, fue parte fundamental y fundacional para
dejar atrás el hermético estructuralismo en el que se hallaba confinada la
crítica argentina, allá por principios de la década del 90, cuando sólo
existían los medios tradicionales. La
herencia de El amante en las
generaciones del blog y de los sitios de internet autogestionados se hace
visible, no sólo en los abordajes de la prosa sino también en la falta de
argumentación y en la banalización de la polémica. Así es, como en el caso de Antes de la medianoche, las
enumeraciones de calificativos y de recuerdos ocupan el lugar central por el de
una tesis sobre la película, que rozan la pedantería, otro motivo de la
influyente publicación mensual. Antes de
la medianoche es LA película de El
amante, más allá de algunas voces en contra que operan como parte del
mecanismo que tiene la revista, porque concentra ese cine que toca la fibra más
profunda de la pasión (palabra que con justicia la revista ha puesto en el
vocabulario y en el sentir de la crítica argentina). Gracias a los archivos es
posible encontrar en muchas críticas de los 80’s y 90’s de diarios, como Clarín
o La Nación, un esfuerzo constipado por mantenerse objetivo desde el pedestal
que separaba los pies de la tierra que pisaba el espectador común. ¿Qué pasa
con la crítica actual? ¿Ha sabido capitalizar esa salida del entumecimiento
para escribir con entusiasmo pero con profesionalismo? Se aplaude de El amante su coraje por romper con
cánones añejos pero no se le exige tener el mismo vuelo en lo reflexivo, en poder
argumentar y recontra argumentar sus posturas. Es así que leemos en sitios web comentarios
en vez de fundamentos u opiniones que eclipsan un señalamiento reflexivo.
Comentar y opinar son operaciones válidas e inevitables de cualquier espectador
(el crítico lo es) sin embargo gran parte de la crítica digital hace gala de
estas dos formas como retóricas de su organización escrita, el enojarse o
expresar el fervor como lo hace Jessica Johanna en su crítica de Antes de la medianoche para el sitio El espectador avezado: “Resumiendo, no
podría decir si es la mejor de las entregas, cada una funciona tanto por
separado como unidad y tiene imágenes que quedan grabadas en nuestra retina, y
líneas con las que nos podemos sentir muy identificados.”[5] Este
final de crítica concluye en términos formales de una manera coloquial, en
parte, y con un uso apático de la metáfora, “retina” para referirse a la memoria.
Aquí hay una hibridación entre la herencia de la crítica descontracturada por
la forma y de la crítica más conservadora, la que apela al lugar común al utilizar
una retórica simplista, más bien propia de vieja escuela.
En busca del equilibrio
El Nuevo Cine Argentino, como
fenómeno, surgió casi en consonancia con El
amante y ambos con el mismo propósito: deshacerse de los modos de
producción viejos que atentaban contra la forma de hacer cine y de hacer
crítica. La articulación de ambas corrientes permitió un camino de doble mano
armonioso, contemporáneos en el amanecer de una novedad que fue pedida a
gritos. El acompañamiento mutuo fue también en el ocaso, si bien El amante mantiene una línea editorial y
un número de lectores fieles, la era de la revista en papel se terminó,
coronando el fin de un ciclo y el NCA se ha agotado como sucede habitualmente con
los fenómenos y corrientes del hacer cinematográfico. En el caso de la crítica,
los cambios formales y de perspectivas se asentaron en la generación posterior
de profesionales y de aquellos que ejercen la crítica en medios auto
gestionados pero el problema sale a luz, en estos últimos, con la falta de
compromiso para el lector: errores gramaticales, mal uso de los verbos,
repetición de palabras, redundancias y especialmente la ignorancia de pensar un
texto como unidad, en muchos casos podemos encontrar ideas sueltas en un
párrafo que no se conectan con una mirada particular del redactor. Ante esta
afirmación parecería que la existencia de una crítica perfecta podría ser
tangible. Tal cosa no existe porque la crítica, como género, es un escrito
reflexivo que requiere de una estrategia, la cual al ser elegida nos obliga a
entrar en el mundo de la subjetividad. La crítica bien entendida es flexible y permeable a la discusión, es decir a una lectura
meta. Estas características no deben entenderse como parte de una laxitud sino
como parte de un esquema, el cual tiene lados perfectamente delimitados. Elegir
una mirada no es elegir escribir de cualquier forma, la elección de los ejes no
le da al crítico impunidad para desatender al lector. Como en el arte, la
crítica también tiene un público, sin importar el medio en el que esté
emplazada.
[1]
El sitio Todas las Críticas (www.todaslascriticas.com.ar)
reúne en un solo lugar casi todas las críticas publicadas en los diferentes
medios (gráficos, radiales y digitales).
[2]
Página web que funciona como un gran archivo, legitimada por la gran cantidad
de visitantes e información manejada, como así también el vínculo con
diferentes actantes de la industria cinematográfica a nivel global.
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