domingo, 30 de junio de 2013

Cine - Crítica

Cuando el rumor es más fuerte
por José Tripodero

La cacería (Jagten) - C I N E M A R A M ALa cacería (Jagten)

Dirección: Thomas Vinterberg
Guión: Thomas Vinterberg, Tobias Lindholm
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen
Montaje: Janus Billeskov Jansen, Anne Østerud
Música: Nikolaj Egelund 
Intérpretes: Mads Milkkensen, Thomas Bo Larssen, Anika Wedderkopp, Lasse Fogelstrom
Nacionalidad y año: Dinamarca - 2012 Duración: 115' 

Desde el arranque La cacería rompe con el verosímil más elemental, el protagonista es Lucas, un auxiliar de una guardería en un pueblito de Dinamarca. Que un hombre trabaje en una guardería como “maestro jardinero” puede tolerarse, ahora que ese sea Mads Milkkensen con su porte de ejecutivo de una multinacional, vestido con saco y anteojos, quiebra por completo el contrato social entre realizador y espectador. Si se decide seguir, lo que viene no es mucho más alentador. Al pobre hombre, que intenta restablecerse después de un divorcio y reencontrarse con su hijo adolescente, lo acusan de haber exhibido su miembro erecto a una niñita dentro del establecimiento escolar, si le sumamos que es la hija de su compañero de caza y mejor amigo, estamos ante un potencial conflicto en puerta. La inducción por parte de las autoridades, compañeros de trabajo, padres y otros funcionarios del Estado hace que todo cobre la forma del mal más temido: el de un abusador de niños en el seno del círculo más cerrado de la guardería. Lucas comienza a transitar la senda del acusado sin razón pero sentenciado moralmente por la sociedad, que mientras más chica peor. Todo desde este punto es cuesta abajo.


No hay posibilidad librada a la duda, sobre el hecho en cuestión, porque el director convierte a su público en omnisciente, el espectador sabe que todo es parte de una mentira. La frase “los niños no mienten” es la excusa perfecta para mantener una estructura tan endeble como un castillo de naipes, sin importarle demasiado esto, Thomas Vinterberg sigue hacia delante en su tranco de exponer la miseria de los personajes. Mientras Lars Von Trier direccionó su cine para otros rumbos –aunque no tan distantes de sus comienzos-, su ex compañero de travesuras,  Vinterberg parece no poder escapar de los fantasmas temáticos del Dogma 95. Este fallido intento traía un decálogo incluido, que al poco tiempo devino en una confesión con su firma en una carta de conocimiento público. Casi al unísono muchos críticos ponían a este “fenómeno” en la misma repisa de la Nouvelle Vague y el Neorrealismo Italiano, como si se tratara de un movimiento más en la Historia del Cine. A pesar de mantener temas y motivos de esa época, el director de Todo por amor no ha sabido imprimirle sutileza a sus historias. Si en La celebración un secreto oficiaba como el vector de un relato sobre el silencio ante un hecho aberrante para implosionar en la antítesis de ello, en un festejo, aquí  lo que se muestra es la contracara; la caricatura del rumor, que es el camino optado para la representación más vacua de la miseria humana, la cual aparece sin matices y todo de una manera bien rudimentaria para que no queden dudas de lo que los adultos pueden hacer. Las tonteras fílmicas a veces también pueden llegar de otras latitudes que no son las de Hollywood.  

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