por José Tripodero
Dirección y Guión: Michael Haneke
Intérpretes: Jean-Louis Trintignant, Emanuelle Riva e Isabelle Huppert
Fotografía: Darious Khondji
Montaje: Nadie Muse, Monika Willi
Nacionalidad y año: Austria, Francia, Alemania - 2012, Duración: 127'
Esta nueva
entrega de la saga de la crueldad, por parte del alemán Michael Haneke, es la
más canalla, por empezar por el título -¿irónico?- que eligió: Amour. Su manera de retratar las últimas semanas de una mujer octogenaria enferma y el espejo de ello en la vida
de su marido, es patético. ¿Por qué es patético? Porque utiliza a sus
personajes para mostrar una supuesta miseria o impotencia ante situaciones que
los desbordan. El resumen de la perversión de Amour está en la escena en la que Emanuelle Riva es bañada por una
enfermera mientras su marido, atónito, mira a unos metros, la cámara no duda en
posarse fijamente sobre el cuerpo desnudo de la mujer (repito) octogenaria que
ocasionalmente gime por el dolor. Segunda escena para argumentar el patetismo
de Haneke y es la del cachetazo. La enfermedad del personaje de Riva se agudiza
y su marido no tiene una mejor idea que despedir a la enfermera (también en una
manera humillante) y hacerse cargo de la agonía de su mujer. El ¿pobre? hombre
tiene que darle de tomar agua, antes que se deshidrate pero ella le escupe en la
cara, él le propina un cachetazo limpio en la cara y pide perdón unos segundos
después.
Haneke no
necesita justificar las acciones de su personaje principal, aunque lo primero
que dice el personaje de Riva (refiriéndose a su marido) es: “a veces eres un monstruo”,
con un tono suave que parecería tener un hilo en la conversación que ambos mantenían. Quién no haya visto algún film de este realizador podría
tener la leve esperanza de encontrarse, en estos primeros minutos, con una historia entre dos viejos que
alcanzaron la madurez profesional (ambos son profesores de música retirados)
pero se encuentran en un punto de no retorno en el matrimonio. Bueno no, nada
de eso. Ese inicio prometedor se difumina con el correr de los minutos y la
perversión se agudiza como la enfermedad de la pobre mujer. Si algunos ven esto
como el simple final de una vida que “irá empeorando hasta que se detenga”
(palabras del protagonista a su hija preocupada) también hay que decir que esa estrategia utilizada de la inacción, que es dejar que las “cosas”
fluyan”, se cae a pedazos porque el mismo marido toma una iniciativa y decide por sobre esa vida.
Ahí está la perversión más perversa y la mentira más mentirosa, la de un falso
reposo que algunos críticos han festejado por tratarse de un film laico, en
cuanto a la mirada que se tiene sobre la muerte, por abstenerse de ideologías
religiosas.
Amour es la broma más salvaje de Haneke, es su oda
al desprecio por lo emocional expedido en esa frase mencionada sobre el orden
natural, que todo llega a un final inevitable y no hay nada que podamos hacer al
respecto, tan sólo contemplar y aguantársela Así como el cine de Alejandro Gónzalez Iñarritu genera odio y
desprecio en gran parte de la crítica (y merecido lo tiene) llama la atención
que un director como Haneke tenga siempre a mano la defensa de los
intelectuales. Más llamativo es, aún, que haya tenido semejante consenso en la prensa, en los festivales (recordemos ganó
la Palma de Oro 2012 en Cannes) y en las premiaciones; ganó desde el Globo de
Oro pasando por el BAFTA, el César y muchos más, coronando el domingo pasado su vasta cosecha con el Oscar que significó la bendición
de Hollywood. Ah, me olvidaba que la fotografía es fantástica, especialmente por el
uso de los ángulos de la casa, el movimiento de los personajes dentro de un
plano fijo y… claro que importa, ¿no?
Trailer
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