jueves, 10 de enero de 2013

Cine - Crítica

La risa seria 
por José Tripodero

Jack Reacher: Bajo la mira (Jack Reacher)

Dirección y Guión: Christopher McQuarrie sobre la novela One Shot de Lee Child
Intérpretes: Tom Cruise, Rosemund Pike, Richard Jenkins, David Oyelowo, Werner Herzog y Robert Duvall
Fotografía: Caleb Deschanel
Montaje: Kevin Stitt
Música: Joe Kraemer 
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2012
Duración: 130'

Después de haber protagonizado el mejor film de acción del 2012, Misión: imposible: Protocolo fantasma, Tom Cruise mantiene esa autoconciencia paródica de sus personajes de acción interpretados a lo largo de su extensa carrera (¿podemos decir qué todo empezó con Thropic Thunder?), él sabe de sus limitaciones y por eso es que ha sabido delegar las riendas de sus conceptos. En Jack Reacher, el encargado es Christopher McQuarrie, más conocido como el guionista de Los sospechosos de siempre, Valkiria y de las dos primeras películas de la saga X-Men todas bajo la batuta de Bryan Singer, a pesar de ello dirigió un film oscuro y terriblemente peckinpahniano ignorado por el gran público, llamado aquí Al calor de las armas del año 2000.


Un comienzo promisorio, no hay diálogos hasta los primeros diez minutos del film, muestra a un francotirador que mata a cinco personas al azar desde una cochera. El supuesto responsable es encontrado fácilmente por la policía y el caso parece cerrado pero antes de confesar escribe en un papel: "Busquen a Jack Reacher". Mientras el fiscal Rodin (el apto para todo terreno Richard Jenkins) y el principal investigador policial Emerson (David Oyelowo) dirimen que hacer con este pedido, el propio Reacher (quién otro qué Cruise) se presenta en plena discusión, solito sin ser llamado. Sin demasiada buena voluntad por parte del fiscal y de la policía, Reacher termina finalmente aceptando la oferta de la férrea e inocente a la vez abogada (la bella Rosemund Pike) del joven francotirador para que investigue algo que parece terminado antes de empezar. Claro, Reacher no es un hombre que acepta la primera teoría, es un antiguo investigador militar premiado con todas las condecoraciones posibles y además de buen olfato para las conspiraciones tiene habilidad física para enfrentar a cinco hombres a la vez tan sólo con sus puños y piernas.


Uno de los pilares de este thriller seco sin parafernalia decorativa es sin dudas Tom Cruise, quien se calza a la perfección este traje hecho a medida de un antihéroe que reúne en sí todas las características de un arquetipo, un personaje que carga sobre sí mismo el peso de todo lo deglutido y regurgitado ya por muchos (ver los desastres más recientes del siempre serio Nicolas Cage). ¿Quién además de Cruise podría intepretar a Jack Reacher? Sólo Clint Eastwood con unos treinta años menos, el actor de Magnolia sabe que no sólo se trata de destreza física y one liners efectivos, sino también ser conciente de la parodia, del poder reírse de lo que uno es, y eso Cruise lo tiene claro desde el primer minuto. Dos escenas resumen esta clave bien codificada por el astro y el guionista - director, la primera en la pelea afuera del bar y la segunda en la frustrada molida a palos en un baño que pretenden darle al protagonista. En ambos casos es muy difícil aguantar la tentación de la carcajada, dicho en el mejor de los sentidos que puede haber, porque todos hemos visto decenas de peleas iguales en la pantalla grande en la que el que está en inferioridad numérica le da una paliza a todos; Cruise - McQuarrie nos explican en dos minutos el cliché para mostrarlo en acción en tan sólo veinte segundos y el final de la segunda escena es el clímax de lo hiperbólico, Reacher toma de la cabeza a uno de los patoteros para golpear una y otra vez la cabeza de otro atacante.

McQuarrie, el otro artífice, es un viejo lobo que sabe como estrujar estructuras narrativas para manejarlas a su antojo, rever sin envolturas llamativas los lugares comunes de un guión (al igual que Cruise con su arquetípico antihéroe) se ríe de los falsos sospechosos, de las vueltas de tuerca que no sorprenden y de los personajes obvios (y necesarios), aquí la presencia de Robert Duvall que hace de ladero circunstancial en el último acto de la historia. Tener conciencia con qué materiales se cuenta es parte de una lógica no resuelta por el Hollywood de estos tiempos, que soluciona todo con golpes de efectos visuales, a contramano de ello McQuarrie y equipo alargan, por ejemplo, los planos para generar más suspenso y sintetizan la acción para no abrumar, de esta manera la atención cautivante de los primeros minutos se mantiene como un pote de helado que lleva hielo seco adentro, la consistencia permanece casi inalterable por dos horas.

Entre el gran cordón de secundarios que rodea al protagonista (algunos ya mencionados como Jenkins, Pike y Duvall) cabe destacar la extraña presencia del director alemán Werner Herzog, quien con un puñado de apariciones y unas pocas líneas (todas impregnadas de exageración pero imprescindibles para este producto) bombea misterio para oscurecer aún más la atmósfera de este thriller que se ríe de sí mismo pero con absoluta seriedad. 




Trailer

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